martes, 6 de octubre de 2009

AL ESCONDITE


Le gusta jugar al escondite, siete días por semana. Algún lunes o algún martes aparece, y lo remueve todo. Pero después se va. Es como un ladrón, que entra en tu casa de vez en cuando, lo pone todo manga por hombro. Y después se marcha. A veces se marcha con lo más importante que tenías. Y te cuesta mucho recuperarlo. Pero es así ella. Es graciosa… Y tiene un alo de misterio que la hace especial. Cuando vuelve a huir, tu vuelves a andar, al principio cuesta, porque tienes los músculos del cuerpo algo contraídos. Por el susto que te dio cuando apareció. Pero eso dura tres días, no más, miércoles, jueves y viernes de músculos contraídos. Así que para el fin de semana puedes volver a ser tu mismo. Y sales con los colegas, y vas a fiestas, y conoces gente muy válida. Quizá no tan válida como ella, pero como sabes que ella solo va a estar los lunes o los martes... “Hoy es fin de semana y ella no va a venir”, es lo que piensas. A veces también piensas que nunca más volverá, que esta vez se habrá cansado de darte esos sustos. Que se habrá decidido por otro, y estará con él, durmiendo con él, amaneciendo con él, y esas cosas que hacen los que se quieren, que duermen y amanecen juntos. A mí siempre me gustó dormir solo, amanecer solo me cuesta más, pero dormir solo sí, me gusta, puedo dormir con mi cuerpo formando una estrella, y moverme, y roncar… No sé, me gusta dormir solo. Hombre también me gustaría dormir con ella, pero ella aparece solo los lunes o los martes, y hoy, aún es sábado.
Cuando el domingo se está acabando suelo esconder todo lo que más me importa, para que ella no lo encuentre y me lo robe. Me saco el corazón y lo pongo dentro de el horno, para que no pierda su calor, me arranco el alma, la plancho, y la estiro con pinzas en el tendedero, así no se me arruga. Poco más, las manos me las quedo porque nunca se sabe cuando tendré que utilizar mis manos, y la cabeza también, que para estas cosas la cabeza nunca sirvió de mucho. ¡Ah sí! Se me olvidaba. Los ojos también los escondo, me los meto en los bolsillos. No tanto por ella, no creo que quiera robarme los ojos, es más bien por mí. Si, lo de los ojos lo hago por mí, para que cuando aparezca no la pueda ver, y así el susto sea más pequeño y la contracción muscular también.
Ya lo tengo todo preparado. Ya puede aparecer cuando quiera… lo tengo todo preparado…
Hoy es lunes, y aún no ha aparecido, supongo que vendrá mañana…
Hoy ya es mañana, tampoco vino hoy… ahora no sé si volverá… alguna vez…
No ha habido susto, pero mis músculos están más contraídos que nunca, y mi alma, al descolgarla del tendedero la veo arrugada, y mi corazón frío… Y mis ojos… ya me los he puesto, pero se han cerrado… Y no se quieren abrir mis ojos… Yo que lo tenía todo tan preparado… Me voy a dormir, aunque ya no sé si me gusta tanto dormir solo. No me despertaré hasta el lunes que viene, y eso sí... No pienso volver a quitarme ni el corazón, ni el alma, ni los ojos… Quizá me arranque la cabeza… Porque es verdad, para estas cosas la cabeza, nunca sirvió de mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario